martes, 24 de octubre de 2017

Evangelio Católico Martes 24 Octubre 2017

Martes 24 de Octubre, 2017
XXIX Ordinario, Ciclo A, Año Impar, Fiesta: San Rafael Guízar y Valencia, Lit. de las Horas: Tomo IV, I Semana del Salterio, Salmo 22

Primera Lectura Isaías 61, 1-3
El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido y me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres, a curar a los de corazón quebrantado, a proclamar el perdón a los cautivos,
y la libertad a los prisioneros; a pregonar el año de gracia del Señor,
el día de la venganza de nuestro Dios.

El Señor me ha enviado a consolar a los afligidos, los afligidos de Sión, a cambiar su ceniza en diadema, sus lágrimas en aceite perfumado de alegría y su abatimiento, en cánticos.
Palabra de Dios

Meditación
El profeta Isaías entiende su ministerio entre quienes regresaron del destierro en Babilonia como un encargo que le hace el Dios que lo creó todo por medio de su palabra y su espíritu. El mismo Dios que creó el mundo también creó a Israel cuando lo sacó de Egipto, le dio la ley y le entregó la tierra que juró dar a Abraham. Pero por su pecado, el pueblo fue al destierro donde permaneció casi cincuenta años y fue por la fidelidad y misericordia de Dios que volvió a su tierra; pero el desconcierto los hirió al ver su tierra saqueada, su ciudad destruida y su templo en ruinas, ¿quién podía darle consuelo y esperanza? Pues lo hizo su Dios a través del profeta.

Por eso Isaías siente la urgencia de llevar una noticia buena de parte de Dios a los pobres y de llevar consuelo y alegría a los que sufren, ya que su Dios nunca olvida a su pueblo ni le abandona a pesar de sus infidelidades y pecados.

Cuando el dolor, el sufrimiento y la angustia debilitan el ánimo del hombre, Dios se hace presente para brindar consuelo, paz, esperanza y alegría y, desde la venida de Jesús, dicha responsabilidad recae en el cristiano, quien debe ser un hombre que siembre la paz, la justicia, la rectitud, la solidaridad y el amor.

Oración
Señor, que nunca permanezca indiferente al dolor de mis hermanos y al sufrimiento de mi prójimo, sino que esté siempre dispuesto a llevar consuelo, esperanza, alegría y paz, tal como debe hacerlo un discípulo de Jesús, tu Hijo amado.

Acción
Visitaré a ese pariente que sé que tiene alguna necesidad concreta que yo puedo resolver o aligerar.

El Evangelio de hoy Juan 10, 11-16
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: "Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor.
Palabra del Señor

Reflexión
En el pasaje de hoy, Jesús nos dice que él conoce a sus ovejas y que sus ovejas lo conocen a él. Me pregunto, ¿es que realmente conozco a Jesús? ¿Qué es en realidad lo que conozco de él? La triste realidad de muchos de nuestros hermanos es que no conocen a Jesús porque no leen la Sagrada Escritura.

Por eso decía san Jerónimo, que desconocer la Escritura es desconocer a Jesús. Este conocimiento nos va llevando de la mano hasta llegar a tener la experiencia profunda e interior de Jesús, el conocimiento íntimo, que nos lleva a conocer y a gustar interiormente, como decía san Ignacio de Loyola, el amor de Dios.

Si todavía la lectura del Evangelio no es un hábito en tu vida, dedica algo de tu valioso tiempo a encontrarte con Jesús por medio del estudio de la Biblia que te lleve a conocerlo más profundamente. Conoce a Jesús y verás, como dice el salmo: “Qué bueno es el Señor.”

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. Como María, todo por Jesús y para Jesús.

miércoles, 11 de octubre de 2017

Evangelio Católico Miércoles 11 de Octubre, 2017

Miércoles 11 de Octubre, 2017
XXVII Ordinario, Ciclo A, Año Impar, Memoria: San Juan XXIII, papa, Lit. de las Horas: Tomo IV, III Semana del Salterio, Salmo 85

Primera Lectura Jonás 4, 1-11
Jonás se disgustó mucho de que Dios no hubiera castigado a los habitantes de Nínive, e irritado, oró al Señor en estos términos: "Señor, esto es lo que yo me temía cuando estaba en mi tierra, y por eso me di prisa en huir a Tarsis. Bien sabía yo que tú eres un Dios clemente y compasivo, lleno de paciencia y de misericordia, siempre dispuesto a perdonar. Ahora, Señor, quítame la vida, pues prefiero morir a vivir". Pero el Señor le respondió: "¿Crees que hay motivo para que te enojes?"

Jonás salió de Nínive y acampó al oriente de la ciudad. Allí construyó una enramada y se sentó a su sombra, para ver qué pasaba con Nínive. Entonces, el Señor Dios hizo nacer una hiedra, que creció tan tupida, que le daba sombra y lo resguardaba del ardor del sol. Jonás se puso muy contento por la hiedra.

Pero al día siguiente, al amanecer, el Señor envió un gusano, el cual dañó la hiedra, que se secó. Y cuando el sol ya quemaba, el Señor envió un viento caliente y abrasador; el sol le daba a Jonás en la cabeza y lo hacía desfallecer. Entonces Jonás deseó morir y dijo: "Prefiero morir a vivir".

Entonces el Señor le dijo a Jonás: "¿Crees que hay motivo para que te enojes así por la hiedra?" Contestó él: "Sí, y tanto, que quisiera morirme". Le respondió el Señor: "Tú estás triste por una hiedra que no cultivaste con tu trabajo, que nace una noche y perece la otra.

Y yo, ¿no voy a tener lástima de Nínive, la gran ciudad, en donde viven más de ciento veinte mil seres humanos que no son responsables y gran cantidad de ganado?"
Palabra de Dios

Meditación
La Escritura nos ilumina hoy sobre un sentimiento que aun los cristianos estamos tentados de experimentar: el coraje contra un Dios que es INFINITAMENTE BUENO Y MISERICORDIOSO. Nos gustaría (cuando no somos nosotros o algún ser querido los que están involucrados), que todos aquellos que violan, asaltan, que maltratan y ultrajan a los menores; en una palabra, que todos aquellos que hacen el mal, pasaran el resto de su vida en la tierra de la manera más miserable posible y que finalmente fueran expulsados al infierno para que ahí sufrieran por toda la eternidad en pago por lo que hicieron.

Y la verdad es que si no se arrepienten, así será su vida y su destino final. Sin embargo, no podemos nosotros tomar la actitud de Jonás, sino que nosotros, los discípulos de Jesús, estamos llamados a orar por todos ellos, para que abran su corazón y se conviertan, para que dejen que el amor de Dios toque su corazón, para que su vida se transforme. Ellos, como nosotros, fueron llamados a la Vida y es difícil juzgar las situaciones de su vida que les ha impedido conocer el amor de Dios, por lo cual, han sido lo que han sido.

Jesús nos dijo: Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso. No dejemos, pues, que los malos sentimientos se apoderen de nuestro corazón, tengamos compasión para todos, como Dios la tiene con nosotros, y en la medida de nuestras posibilidades seamos el medio para que cambien su vida y experimenten el perdón y la vida divina.

Oración
Señor Dios Padre, tú que haces llover sobre justos y pecadores, ayúdame a ser compasivo también con aquellas personas que cometen actos malos, y a entender que si tú no me juzgas por mis acciones, yo tampoco debo juzgar a nadie.

Acción
Hoy haré una oración especial por todas las personas que no han aprendido a hacer el bien y pediré la fortaleza del Espíritu Santo para que yo sea un medio de Evangelización.


El Evangelio de hoy. Lucas 11, 1-4

Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos".

Entonces Jesús les dijo: "Cuando oren, digan:
Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, puesto que también nosotros perdonamos a todo aquel que nos ofende, y no nos dejes caer en tentación".
Palabra del Señor

Reflexión
Esta oración, a pesar de parecer tan simple, es la oración más perfecta que existe. Sobre todo, porque nos revela que Dios es un Padre y que se comporta como tal. Por ello nos podemos acercar con toda confianza a él sabiendo que no fallará.

La Iglesia lo ha reconocido así, y por ello, recomienda que se rece tres veces al día: en la mañana como parte de las Laudes, en la Misa, y al caer la tarde como parte de las Vísperas. Esta pequeña oración bien rezada tiene una profundidad tan grande que es capaz de llevarnos incluso a las más altas contemplaciones.

El problema es que está tan desgastada que la mayoría de los cristianos la dicen de memoria y como pericos. Intenta este día rezarla en paz, con un corazón abierto al Señor y verás cómo la presencia de Dios se hace realmente fuerte en tu vida.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro

martes, 10 de octubre de 2017

Evangelio Católico Martes 10 de Octubre 2017

Martes 10 de Octubre, 2017 
XXVII Ordinario, Ciclo A, Año Impar, Memoria: Santo Daniel de Comboni, Lit. de las Horas: Tomo IV, III Semana del Salterio, Salmo 129

Primera Lectura Jonás 3, 1-10
En aquellos días, el Señor volvió a hablar a Jonás y le dijo: "Levántate y vete a Nínive, la gran capital, para anunciar ahí el mensaje que te voy a indicar".

Se levantó Jonás y se fue a Nínive, como le había mandado el Señor. Nínive era una ciudad enorme: hacían falta tres días para recorrerla. Jonás caminó por la ciudad durante un día, pregonando: "Dentro de cuarenta días Nínive será destruida".

Los ninivitas creyeron en Dios, ordenaron un ayuno y se vistieron de sayal, grandes y pequeños. Llegó la noticia al rey de Nínive, que se levantó del trono, se quitó el manto, se vistió de sayal, se sentó sobre ceniza y en nombre suyo y de sus ministros, mandó proclamar en Nínive el siguiente decreto: "Que hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, que no pasten ni beban; que todos se vistan de sayal e invoquen con fervor a Dios y que cada uno se arrepienta de su mala vida y deje de cometer injusticias. Quizá Dios se arrepienta y nos perdone, aplaque el incendio de su ira y así no moriremos".

Cuando Dios vio sus obras y cómo se convertían de su mala vida, cambió de parecer y no les mandó el castigo que había determinado imponerles.
Palabra de Dios

Meditación
Con este pasaje, la Escritura nos muestra, a través de la actitud del rey de Nínive, lo que significa e implica el convertirse de corazón. Al leer el pasaje vemos cómo lo primero que hace el rey es, "levantarse de su trono y sentarse sobre cenizas".

Con este signo reconoce que él no es Dios, y que su vida (y en este caso, incluso su reino) debe ser dirigida por el único Rey: Dios mismo. Esta actitud del rey debe servirnos de ejemplo y dejar que Dios se siente en el trono de nuestro corazón. Esto implica reconocer que su Palabra es la única que debe regir nuestra vida, lo cual no podrá ser realidad si no tenemos contacto con la Sagrada Escritura.

Esto nos lleva a que un principio de conversión es tomar primero la decisión de seguir la palabra de Dios y tenerla como el valor central de nuestra vida, y enseguida tomar la decisión de leer y meditar todos los días esta Palabra, con el ánimo de obedecerla y hacerla vida. ¿Qué te parecería intentarlo?

Oración
Señor, concédeme tu luz para saber escucharte y para saber poner en práctica tu voluntad, anunciando, como Jonás, el arrepentimiento de nuestras faltas. Ayúdanos a saber responder a tu mandato con humildad, reconociéndonos pecadores y necesitados de tu misericordia, sabiendo que por tu amor siempre perdonas al que se arrepiente de corazón.

Acción
Hoy me acercaré con aquella persona que he ofendido y le pediré perdón de corazón, dejando que el Espíritu de Dios sea quien ilumine mis pasos al actuar con amor.

El Evangelio de hoy Lucas 10, 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: "Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude".

El Señor le respondió: "Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará".
Palabra del Señor

Reflexión
Aunque este evangelio nos refiere, muy probablemente, a María la hermana de Lázaro, las palabras de Jesús se aplican perfectamente a María, su Santísima Madre. Son muchísimos los pasajes en los que Jesús, de manera especial en el evangelio de san Lucas, nos presentan a la Madre de Jesús como: "la que escucha y obedece la palabra de Dios".

Ahora bien, este pasaje ha sido utilizado constantemente en la Iglesia para ilustrar dos grandes vocaciones: la vida Contemplativa (María) y la vida Activa (Marta). Las dos sirven a Jesús de diferente manera.

Lo bello en María de Nazaret es que ella resume estas dos vocaciones y con ello nos invita a imitarla: El cristiano debe ser un contemplativo en la acción. ¿Por qué no te tomas unos pocos minutos de tu agitado día para elevar tu corazón a Dios, y darte cuenta de toda la belleza que él ha puesto a tu alrededor?

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro

Evangelio Católico Lunes 09 de Octubre, 2017 

Lunes 09 de Octubre, 2017
XXVII Ordinario, Ciclo A, Año Impar, Memoria: Santos Dionisio y compañeros; san Juan Leonardi, Lit. de las Horas: Tomo IV, III Semana del Salterio,

Primera Lectura Jonás 1, 1-2, 1. 11
El Señor le dirigió la palabra a Jonás, hijo de Amitay, y le dijo: "Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predica en ella que su maldad ha llegado hasta mí".

Se levantó Jonás para huir a Tarsis, lejos del Señor, y llegó a Jafa, donde encontró un barco que salía para Tarsis; pagó su pasaje y se embarcó para dirigirse a Tarsis, lejos del Señor.

Pero el Señor desencadenó un gran viento sobre el mar y provocó una tormenta tan fuerte que el barco estaba a punto de naufragar. Los marineros tuvieron miedo y se pusieron a invocar cada uno a su dios. Luego echaron al mar la carga para aligerar la nave.

Mientras tanto, Jonás había bajado al fondo del barco, se había acostado y dormía profundamente. El capitán se le acercó y le dijo: "¿Qué haces aquí dormido? Levántate e invoca a tu Dios, a ver si él se compadece de nosotros y no perecemos".

Luego se dijeron unos a otros: "Echemos suertes para ver quién tiene la culpa de esta desgracia". Echaron suertes y le tocó a Jonás. Entonces le dijeron: "Dinos por qué nos ha sobrevenido esta desgracia, cuál es tu oficio, de dónde vienes, cuál es tu país y de qué pueblo eres".

Él les respondió: "Soy hebreo y adoro al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra". Entonces aquellos hombres tuvieron mucho miedo y le dijeron: "¿Por qué has hecho esto?" (Pues él acababa de decirles que iba huyendo del Señor). Y como el mar seguía encrespándose, le preguntaron: "¿Qué hemos de hacer contigo para que el mar se calme?" Él les respondió: "Levántenme y arrójenme al mar, y el mar se calmará, pues sé que por mi culpa les ha sobrevenido esta tormenta tan fuerte".

Los hombres se pusieron a remar para alcanzar la costa, pero no pudieron, porque el mar seguía encrespándose en torno a ellos. Entonces invocaron al Señor, diciendo: "Señor, no nos hagas morir por culpa de este hombre, ni nos hagas responsables de la muerte de un inocente, ya que es clara tu voluntad".

Entonces levantaron a Jonás y lo arrojaron al mar; y el mar calmó su furia. Y aquellos hombres temieron mucho al Señor; le ofrecieron un sacrificio y le hicieron promesas.

Dispuso el Señor que una ballena se tragara a Jonás, el cual estuvo en el vientre de la ballena tres días y tres noches. Entonces el Señor le ordenó a la ballena que vomitara a Jonás en tierra firme.
Palabra de Dios

Meditación
Hoy en día muchos de nosotros todavía pensamos que podemos escondernos del amor y de la voluntad de Dios pero, como Jonás, nos engañamos, pues como dice el salmista: "¿A dónde podré huir lejos de tu presencia?" Dios es más presente en nosotros que nosotros mismos, su amor nos envuelve como una mano que protege y que dirige; su voluntad se hace manifiesta en cada momento de nuestra vida.

Rechazar el amor de Dios o su voluntad es como dice san Pablo: "Dar coces contra el aguijón". Todos los días, desde que nos levantamos, ya en nuestros primeros pensamientos y nuestras primeras oraciones sentimos la presencia de Dios, lo percibimos cercano en nuestro corazón y en los que nos rodean.

Su voluntad se va descubriendo a nosotros en la medida que oramos y que abrimos nuestros oídos interiores a su misteriosa voz, de manera que generalmente ya desde la mañana sabemos cuál es la voluntad de Dios para mí ese día. De manera ordinaria su voluntad está en relación a mi vocación, por lo que el ser buen padre, buen esposo, buen estudiante, buen trabajador, buen hijo, es realizar su amorosa voluntad. No busquemos huir del amor de Dios y hagamos con gran alegría su voluntad.

Oración
Señor, ahora comprendo que no hacer tu voluntad es huir de ti, y que no sólo me afecta a mí, sino que repercute también en las personas que me rodean. Reconozco que muchos de mis problemas son resultado de mi desobediencia a tu Ley de amor.

Acción
Hoy repetiré constantemente: "Señor, que no seamos sordos a tu voz".

El Evangelio de hoy Lucas 10, 25-37
En aquel tiempo, se presentó ante Jesús un doctor de la ley para ponerlo a prueba y le preguntó: "Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?" Jesús le dijo: "¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?" El doctor de la ley contestó: "Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo". Jesús le dijo: "Has contestado bien; si haces eso, vivirás".

El doctor de la ley, para justificarse, le preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?" Jesús le dijo: "Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones, los cuales lo robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. Sucedió que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual lo vio y pasó de largo. De igual modo, un levita que pasó por ahí, lo vio y siguió adelante. Pero un samaritano que iba de viaje, al verlo, se compadeció de él, se le acercó, ungió sus heridas con aceite y vino y se las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al día siguiente sacó dos denarios, se los dio al dueño del mesón y le dijo: 'Cuida de él y lo que gastes de más, te lo pagaré a mi regreso'.

¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?" El doctor de la ley le respondió: "El que tuvo compasión de él". Entonces Jesús le dijo: "Anda y haz tú lo mismo".
Palabra del Señor

Reflexión
Decir "te amo" no es suficiente, es necesario que este amor se haga manifiesto a través de nuestras acciones y de nuestras actitudes. El verdadero amor muestra siempre interés por la otra persona y es capaz de comprometer hasta sus propios recursos con el fin de mostrar con claridad su intensidad.

Quien ama, siempre tiene tiempo para la otra persona, para la persona amada. Si quieres saber quién te ama de verdad evalúa estos tres elementos:
-Fíjate quién se interesa por ti.
-Quién es capaz de comprometer su vida contigo y por ti.
-Quién hace un pequeño espacio en su agitado día para decirte: "Hola, ¿cómo estás?"
¿Tendrás tú también estas actitudes para con Dios?

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro

sábado, 7 de octubre de 2017

Evangelio Católico Sábado 07 de Octubre, 2017

XXVI Ordinario, Ciclo A, Año Impar, Memoria: Nuestra Señora del Rosario, Lit. de las Horas: Tomo IV, II Semana del Salterio, Salmo 68

El Evangelio de hoy Lucas 10, 17-24
En aquel tiempo, los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre".

Él les contestó: "Vi a Satanás caer del cielo como el rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les sometan. Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo".

En aquella misma hora, Jesús se llenó de júbilo en el Espíritu Santo y exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien! Todo me lo ha entregado mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".

Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: "Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron".
Palabra del Señor

Reflexión
Quisiera que centráramos nuestra atención en los últimos versículos del texto, pues creo que realmente nosotros somos muy afortunados, los que vivimos en estos últimos tiempos; nosotros que hemos tenido la dicha de escuchar la Palabra del Señor y llenarnos de su amor y de su paz.

Esto me lleva a pensar en todos los hermanos que no han escuchado nunca este mensaje o peor aún, en los que lo han escuchado y lo han rechazado, sin darse cuenta de que esto los priva de la felicidad y del amor que Dios nos ofrece. Es realmente triste darnos cuenta de que, aún hoy en día, como en los tiempos de Jesús, la gente sigue tan metida en sus propias cosas que no son capaces de poner atención al mensaje del Evangelio.

Por eso nosotros, en especial tú que hoy estás leyendo este evangelio, eres realmente afortunado, pues estoy seguro que si continúas diariamente leyendo y profundizando en el mensaje de Jesús, esto traerá para tu vida muchas gracias y bendiciones; tu vida y la de tu familia se enriquecerán enormemente. Dale gracias a Dios por haberte concedido tener acceso a las maravillas de su amor, y continúa extasiándote con todo lo que Dios hace día con día en tu vida.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro

jueves, 5 de octubre de 2017

Evangelio Católico Jueves 05 de Octubre, 2017 

XXVI Ordinario, Ciclo A, Año Impar, Memoria: Santa María Faustina Kowalska, Lit. de las Horas: Tomo IV, II Semana del Salterio, Salmo 18

Primera Lectura Nehemías 8, 1-4. 5-6. 8-12
En aquellos días, todo el pueblo, como si fuera un solo hombre, se reunió en la plaza que está ante la puerta del Agua y pidió a Esdras, el sacerdote y escriba, que trajera el libro de la ley de Moisés, que el Señor había prescrito a Israel. Esdras, el sacerdote, trajo el libro de la ley ante la asamblea, formada por los hombres, las mujeres y todos los que tenían uso de razón.

Era el día primero del mes séptimo y Esdras leyó desde el amanecer hasta el mediodía en la plaza que está frente a la puerta del Agua, en presencia de los hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Todo el pueblo estaba atento a la lectura del libro de la ley.

Esdras estaba de pie sobre un estrado de madera, levantado para esta ocasión. Esdras abrió el libro a la vista del pueblo, pues estaba en un sitio más alto que todos, y cuando lo abrió, el pueblo entero se puso de pie. Esdras bendijo entonces al Señor, el gran Dios, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: "¡Amén!", e inclinándose, se postraron rostro en tierra. Los levitas leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicaban el sentido, de suerte que el pueblo comprendía la lectura.

Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que instruían a la gente, dijeron a todo el pueblo: "Este es un día consagrado al Señor, nuestro Dios. No estén ustedes tristes ni lloren (porque todos lloraban al escuchar las palabras de la ley). Vayan a comer espléndidamente, tomen bebidas dulces y manden algo a los que nada tienen, pues hoy es un día consagrado al Señor, nuestro Dios. No estén tristes, porque celebrar al Señor es nuestra fuerza".

Y los levitas consolaban al pueblo, diciéndole: "No lloren, porque este día es santo. No estén tristes". Y el pueblo entero se fue a comer y a beber, mandó comida a los que no tenían nada e hizo grandes festejos, porque habían comprendido las cosas que les habían enseñado.
Palabra de Dios

Meditación
La lectura de este pasaje de la Escritura trae a nuestras mentes inmediatamente la celebración de la Eucaristía. Podemos ver, por un lado, el llanto que emerge del pueblo al comprender que no han vivido conforme a la Ley, pero al mismo tiempo el júbilo y la fiesta que emerge de la celebración de Dios. Nuestras Eucaristías repiten esta celebración, incluso la plenifican, pues no solo está presente la Palabra de Dios, sino que Dios mismo se hace presente en las especies Eucarísticas.

Es, pues, importante que la Palabra de Dios toque nuestros corazones y confronte nuestra vida con el mensaje de Dios; no basta oírla sino que es necesario escucharla con el corazón. Al mismo tiempo nos recuerda que el domingo es un día consagrado a Dios, es el día de participar de la Asamblea Litúrgica y gozarnos en ella.

Pero es también el día para compartir con los demás nuestra alegría cristiana, especialmente con los de nuestra propia familia. No permitamos que nuestro mundo dividido y activista nos separe de la comunidad eclesial y mucho menos de la vida familiar. Busquemos que al menos el domingo sea un día verdaderamente consagrado al Señor y vivido en familia.

Oración
Gracias, Señor, por la maravilla de tu Palabra, llámame a ella, que su sabiduría me escudriñe al punto de las lágrimas. Muéstrame a través de ella lo que debo hacer y cómo agradarte más y mejor cada día de mi vida.

Acción
Hoy platicaré en familia y planearemos cómo aprovechar mejor el domingo y cómo darle más al Señor.

El Evangelio de hoy Lucas 10, 1-12
En aquel tiempo, designó el Señor a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: "La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa, digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’.

Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan por las calles y digan: ‘Hasta el polvo de esta ciudad, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos, en señal de protesta contra ustedes. De todos modos, sepan que el Reino de Dios está cerca’. Yo les digo que en el día del juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad".
Palabra del Señor

Reflexión
Cuando levantamos los ojos y vemos un mundo consumido por el egoísmo, un mundo que se destruye a sí mismo con guerras, injusticia y vicios, en fin, cuando vemos que aún el mensaje del Evangelio no penetra nuestros corazones ni las estructuras del mundo, podemos comprender que efectivamente la mies es mucha y los obreros pocos.

Y no es que el Señor haya desatendido la oración de la Iglesia, sino más bien, que pocos son los que han respondido a la invitación. No pensemos solamente en las vocaciones religiosas (sacerdotes y religiosas), pensemos en que cada uno de nosotros que, por el bautismo, nos hemos convertido en discípulos del Señor, en hombres y mujeres comprometidos a testificar nuestra fe. Si cada uno de los bautizados tomara en serio su papel, en la Iglesia se multiplicarían las manos, y el trabajo sería mucho más fácil. Se podría llegar a donde hasta ahora el Evangelio no ha llegado.

Jesús llama a cada uno de nosotros, seamos casados, solteros o religiosos consagrados, a participar activamente en la evangelización. Tomemos con celo este llamado y desde nuestra vocación particular hagamos cuanto esté de nuestra parte para que el Evangelio impregne todas las estructuras de nuestra sociedad, para que Cristo sea verdaderamente el Señor de todos los corazones. Tú puedes hacer algo. ¡Decídete!

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón. Como María, todo por Jesús y para Jesús.

Pbro. Ernesto María Caro